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Llevaríamos unas 4h platicando cuando decidí que podía poner a prueba lo que estaba sintiendo que fluía. No perdía nada. Me quedé observándola y ella me sostuvo la mirada. No pude evitar sonreír y ella correspondió eso con una sonrisa aún más grande.
Y entonces comenzaron los roces. De manos, de su boca cerca de mi oído, de sus manos en mis rodillas.

Una hora después decidimos irnos y enfrentarnos al viento helado que había en la calle. En una esquina nos detuvimos para cada quien pedir un uber y nos quedamos pegadas una contra la otra, tratando de conservar algo de calor.
El de ella llegó antes y al despedirla hubo un abrazo y un beso en la comisura de los labios. Se dio la vuelta para irse y se detuvo a los 5 pasos. Giró y se quedó unas milésimas de segundo viéndome y yo me reí y bajé la mirada. Ella también se rió, se acercó un poco y volvió a darse la vuelta. La observé sabiendo perfectamente que era lo que corría por su mente. Volvió a girarse hacia mi y mordiéndose los labios, se acercó con paso decidido.

Ni siquiera dudé un segundo en hacerlo, cerré los ojos y la besé. Sentí sus manos en mi cara y sus labios explorando los míos por primera vez. Sentí esa energía y esa química, ese pequeño electroshock que llevaba rato queriendo volver a hacer mio. Me pidió que me subiera al uber con ella y sólo asentí y la seguí. Tuve miedo de ser la única que sintió toda esa química pero al subir al auto, ella me tomó la mano, volteé a verla y nos besamos. 

Al llegar a mi casa y entrar en mi cuarto tuve la certeza de que voy a valer verga muy cabrón. Y no podría estar deseándolo más.


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